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Hoy he sido profe formadora por un día… ¡Y ha sido increíble!

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Hoy he sido profe formadora por un día… ¡Y ha sido increíble!

Hoy he tenido la oportunidad de dar clase yo sola durante toda la jornada. No con mi propia programación, sino siguiendo la del centro, lo que hacía el reto aún más interesante: entrar en su dinámica, respetar sus ritmos y, al mismo tiempo, aportar mi propia manera de enseñar.Y honestamente… ha sido una de las experiencias más enriquecedoras de mis prácticas hasta ahora. Uno de los momentos más especiales ha sido cuando hemos hablado sobre la inteligencia artificial. Queríamos entenderla…
Hoy he tenido la oportunidad de dar clase yo sola durante toda la jornada. No con mi propia programación,…

Hoy he tenido la oportunidad de dar clase yo sola durante toda la jornada. No con mi propia programación, sino siguiendo la del centro, lo que hacía el reto aún más interesante: entrar en su dinámica, respetar sus ritmos y, al mismo tiempo, aportar mi propia manera de enseñar.
Y honestamente… ha sido una de las experiencias más enriquecedoras de mis prácticas hasta ahora.

Uno de los momentos más especiales ha sido cuando hemos hablado sobre la inteligencia artificial. Queríamos entenderla no como un tema lejano o puramente técnico, sino como algo que ya forma parte de nuestra vida. Hemos reflexionado juntos sobre sus usos, sus ventajas, y también sus peligros: desde cómo puede ayudarnos a crear, hasta la importancia de usarla con responsabilidad y sentido crítico.

Después, hemos pasado a la parte más creativa… y ahí es donde la clase se ha transformado por completo.

Hemos usado ChatGPT para inventar cuentos, escribir poemas e incluso crear letras de canciones originales. La emoción en sus caras al ver que sus ideas cobraban forma de inmediato ha sido indescriptible. Pero lo mejor ha venido después: hemos utilizado otra IA para convertir esa letra en una canción cantada.
Escuchar su propio “tema musical” fue como encender un interruptor de ilusión en todo el aula.

Ha sido un día lleno de aprendizaje, risas, curiosidad y creatividad.
Un recordatorio precioso de por qué estoy aquí, formándome, observando, enseñando y aprendiendo a la vez.

Salgo del día con la sensación de que la educación —cuando se abre a la innovación, a la imaginación y al corazón— puede ser realmente mágica.

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Mi papel como psicopedagoga durante la intervención

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Mi papel como psicopedagoga durante la intervención

A medida que avanzo en la intervención que estoy llevando a cabo en el centro, siento que mi papel como psicopedagoga en formación se ha ido transformando. Al principio, llegué con la sensación de tener que demostrar que sabía hacerlo, que podía dirigir un taller, sostener un grupo, aplicar técnicas adecuadas. Sin embargo, con el paso de las sesiones, he comprendido que la psicopedagogía real va mucho más allá de ejecutar un plan o cumplir un guion. Es presencia, es…
A medida que avanzo en la intervención que estoy llevando a cabo en el centro, siento que mi papel…

A medida que avanzo en la intervención que estoy llevando a cabo en el centro, siento que mi papel como psicopedagoga en formación se ha ido transformando. Al principio, llegué con la sensación de tener que demostrar que sabía hacerlo, que podía dirigir un taller, sostener un grupo, aplicar técnicas adecuadas. Sin embargo, con el paso de las sesiones, he comprendido que la psicopedagogía real va mucho más allá de ejecutar un plan o cumplir un guion. Es presencia, es escucha, es ajuste continuo, es capacidad de leer lo que ocurre incluso cuando nadie lo verbaliza.

Durante estos primeros cuatro talleres, he podido observar cómo mi rol se ha ido moldeando en tres direcciones principales: acompañar, interpretar y sostener. Acompañar ha sido, quizá, la tarea más visible: estar con el grupo, facilitar dinámicas, guiar actividades, hacer preguntas, ofrecer apoyo. Pero acompañar no es solo facilitar, sino estar disponible emocional y cognitivamente. He descubierto que, cuando me sitúo desde una presencia calmada, los chicos responden mejor; cuando yo estoy en calma, ellos confían más y se permiten explorar sus emociones.

Interpretar ha sido la parte más delicada. Como psicopedagoga, he descubierto que debo leer lo que pasa entre líneas: un gesto de tensión en las manos, la mirada hacia abajo cuando surge un tema difícil, un silencio que pesa más de lo habitual. Muchas de estas señales no se nombran, pero indican procesos internos muy significativos. He tenido que aprender a no precipitarme, a no intervenir por intervenir, sino a esperar, observar y actuar cuando es necesario. Este aprendizaje me está enseñando algo fundamental: la intervención psicopedagógica no es invasiva, sino respetuosa y atenta.

Sostener ha sido, para mí, la parte más transformadora. Sostener al grupo emocionalmente cuando aparece un recuerdo doloroso. Sostener a un alumno que se frustra y necesita un espacio seguro para bajar la intensidad. Sostener la mirada de alguien que no quiere hablar, pero que agradece que no lo fuerces. Sostener también mis propias inseguridades cuando sentía que una dinámica no estaba funcionando como esperaba. En este proceso he entendido que sostener no significa solucionar o rescatar, sino ofrecer un espacio estable donde los demás puedan procesar lo que sienten sin miedo a ser juzgados.

También he comprobado que mi papel no se limita al momento del taller. Antes de cada sesión, he tenido que anticipar posibles dificultades, adaptar materiales, pensar estrategias alternativas y revisar mis decisiones éticas. Después de cada sesión, he reflexionado sobre el impacto que he tenido en el grupo, sobre cómo mis palabras, mis gestos o incluso mis silencios han influido en la dinámica. Este ejercicio constante de autorreflexión me ha ayudado a crecer profesionalmente y a reconocer mis propias áreas de mejora.

A nivel ético, me he dado cuenta de que mi responsabilidad es enorme. No puedo pedir que compartan experiencias si no garantizo seguridad emocional. No puedo pedir que se respeten entre ellos si yo no soy un modelo de respeto. No puedo hablar de autoestima si no cuido la manera en que me dirijo a ellos. La coherencia profesional ha sido, para mí, un espejo imprescindible.

Y, aunque he vivido momentos de duda y de autoexigencia, también he experimentado momentos de conexión profunda con el grupo. He visto cómo se escuchaban entre ellos, cómo se atrevían a nombrar miedos, cómo construían normas desde la cooperación. En esos momentos, he sentido claramente cuál es la esencia del trabajo psicopedagógico: ofrecer herramientas para que las personas puedan comprenderse mejor, convivir mejor y cuidarse mejor.

Este proceso me está ayudando a construir una identidad profesional basada en la sensibilidad, la ética, la flexibilidad y el respeto por la singularidad de cada persona. Me está mostrando que el rol del psicopedagogo no es ser protagonista, sino facilitador; no es tener todas las respuestas, sino ayudar a otros a encontrarlas; no es dirigir desde arriba, sino acompañar desde un lugar horizontal y respetuoso.

Hoy, mientras escribo esta reflexión, siento que estoy comenzando a habitar ese rol. No desde la teoría, sino desde la experiencia viva. Y eso, al final, es lo que está dando sentido a todo este proceso de prácticas: descubrir quién soy como psicopedagoga cuando estoy delante de un grupo real, con personas reales, con historias reales. Descubrir cuál es mi manera de acompañar y cómo puedo seguir creciendo para hacerlo cada vez con más conciencia, rigor y humanidad.

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REFLEXIONES TRAS LOS 4 PRIMEROS TALLERES

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REFLEXIONES TRAS LOS 4 PRIMEROS TALLERES

Terminado el cuarto taller del plan de intervención que estoy llevando a cabo en el centro, siento la necesidad de parar, respirar y escribir. Aún queda por realizar el último encuentro, pero me parece importante recoger ahora, en este punto intermedio, todo lo que está emergiendo en mí y en el grupo. A veces, la práctica psicopedagógica no se entiende solo desde lo que hacemos, sino desde lo que observamos, lo que sentimos y lo que nos transforma mientras acompañamos.…
Terminado el cuarto taller del plan de intervención que estoy llevando a cabo en el centro, siento la necesidad…

Terminado el cuarto taller del plan de intervención que estoy llevando a cabo en el centro, siento la necesidad de parar, respirar y escribir. Aún queda por realizar el último encuentro, pero me parece importante recoger ahora, en este punto intermedio, todo lo que está emergiendo en mí y en el grupo. A veces, la práctica psicopedagógica no se entiende solo desde lo que hacemos, sino desde lo que observamos, lo que sentimos y lo que nos transforma mientras acompañamos.

Cuando empecé este proceso, tenía muy claras las necesidades detectadas en el grupo: dificultades emocionales vinculadas a experiencias pasadas de rechazo, baja autoestima, inseguridades ante la exposición pública y un uso poco consciente de las redes sociales. Sin embargo, una cosa es conocer una realidad en papel y otra muy distinta es encontrarse frente a frente con personas reales, con historias reales, con silencios que pesan y miradas que cuentan más que cualquier indicador.

El primer taller fue, para mí, una toma de contacto emocional muy intensa. Trabajar sobre la identificación de emociones puede parecer algo sencillo desde el exterior, pero cuando se trata de jóvenes que han aprendido a callar para sobrevivir, cualquier intento de pedirles que pongan nombre a lo que sienten se convierte en un acto de valentía. A pesar de la resistencia inicial, pude ver cómo poco a poco el uso de apoyos visuales, dinámicas de juego y el clima seguro fueron abriendo pequeñas grietas por donde empezó a asomarse su mundo emocional. Ese día entendí que no puedes pedir expresión si antes no construyes confianza.

En el segundo taller, centrado en la empatía y las relaciones, me encontré con algo que no esperaba tan pronto: la memoria emocional. Cuando un alumno revivió una situación de burla del pasado durante una dramatización, fue como ver de golpe todo aquello que había quedado oculto bajo años de silencio. Ese momento me enseñó que el papel del psicopedagogo no es únicamente guiar actividades, sino sostener, contener y acompañar la vulnerabilidad cuando aparece. Pude ver también cómo el grupo reaccionaba, cómo se miraban entre ellos, cómo se cuidaban sin que nadie se lo pidiera. Fue uno de los momentos más humanos del proceso.

El tercer taller, dedicado al uso de redes sociales, me conectó con otra realidad: la impulsividad y la necesidad de pertenencia. Para ellos, el mundo digital no es un espacio aparte, sino una extensión de su vida social. Y sin embargo, la falta de límites claros los coloca en situaciones de riesgo. Trabajar con ejemplos cercanos permitió que entendieran mejor la importancia de proteger su intimidad, pero también me dejó claro que este tema requiere continuidad. No basta una sesión: las redes evolucionan, los riesgos cambian y ellos necesitan acompañamiento permanente.

El cuarto taller, donde construimos juntos un decálogo de convivencia y normas para el uso seguro de redes, fue especialmente significativo. Pude observar cómo iban conectando aprendizajes previos y cómo transformaban conceptos abstractos en compromisos concretos. Para mí fue una confirmación de que las sesiones anteriores habían tenido eco. En sus propuestas aparecían términos como respeto, empatía, calma o responsabilidad digital. Escucharles debatir, defender ideas, negociar y llegar a acuerdos me permitió verles en una faceta más madura y consciente.

A nivel personal, estos cuatro talleres me están moldeando. Me he visto a mí misma dudando, reajustando dinámicas, respirando hondo cuando algo no salía como esperaba y sintiendo un profundo respeto por las historias que me estaban compartiendo. También he descubierto cosas de mí que no sabía: mi capacidad para adaptarme, la importancia de mis silencios, el valor de escuchar sin prisa, la necesidad de observar más allá de lo evidente. La práctica me está enseñando que la psicopedagogía va de personas, de vínculos y de tiempos. Y también de límites, de ética y de presencia.

Ahora, antes de cerrar el proceso con el último taller y de realizar la evaluación completa, siento que detenerme a escribir esto me ayuda a tomar conciencia de lo vivido. Me permite ordenar emociones, integrar aprendizajes y prepararme para la fase final del proyecto. A veces, reflexionar es también intervenir: me ayuda a ver mejor, a comprender con más profundidad y a actuar desde un lugar más consciente.

Sigo adelante con ilusión, respeto y una enorme gratitud hacia el grupo y hacia este proceso que, poco a poco, está dando forma a mi identidad profesional.

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TALLER 4: DECÁLOGO DE CONVIVENCIA Y REDES SEGURAS

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TALLER 4: DECÁLOGO DE CONVIVENCIA Y REDES SEGURAS

El pasado 1 de diciembre llevé a cabo el cuarto taller de la programación, que tuvo como propósito consolidar los aprendizajes construidos durante las sesiones anteriores y transformarlos en un producto compartido, significativo y útil para la convivencia del grupo: un Decálogo de Convivencia y Redes Seguras. Esta sesión se planteó como un espacio de síntesis y reflexión colectiva. A través del trabajo colaborativo y del pensamiento positivo, buscamos que los participantes reconocieran aquello que ya habían aprendido sobre gestión…
El pasado 1 de diciembre llevé a cabo el cuarto taller de la programación, que tuvo como propósito consolidar…

El pasado 1 de diciembre llevé a cabo el cuarto taller de la programación, que tuvo como propósito consolidar los aprendizajes construidos durante las sesiones anteriores y transformarlos en un producto compartido, significativo y útil para la convivencia del grupo: un Decálogo de Convivencia y Redes Seguras.

Esta sesión se planteó como un espacio de síntesis y reflexión colectiva. A través del trabajo colaborativo y del pensamiento positivo, buscamos que los participantes reconocieran aquello que ya habían aprendido sobre gestión emocional, empatía, seguridad digital y convivencia. Nuestro objetivo era que fueran ellos mismos quienes dieran forma a un conjunto de normas claras, accesibles y consensuadas.

El taller respondía a una necesidad detectada en el grupo: la falta de normas comunes de convivencia y un escaso sentimiento de pertenencia. Por ello, reforzar la cohesión y la corresponsabilidad se convirtió en un eje central del trabajo.

La sesión se desarrolló en un ambiente participativo y muy activo. Para ello utilizamos un aula adaptada con pizarra, cartulinas, rotuladores y el material visual de apoyo del taller.

Primera parte: trabajo en pequeños grupos.

Los participantes se organizaron en grupos reducidos para recordar juntos los contenidos de los talleres anteriores. Sobre esa base, debían pensar qué normas podían ayudar a convivir mejor en el aula y a utilizar las redes sociales de forma respetuosa y segura. Con ejemplos visuales y frases sencillas, cada grupo generó propuestas centradas en: respeto y empatía, autocuidado, seguridad digital, formas adecuadas de pedir ayuda, y modos positivos de relacionarse.

Segunda parte: puesta en común y construcción del decálogo.

En un clima de escucha y cooperación, cada grupo expuso sus ideas y las fuimos integrando hasta consensuar diez normas esenciales. Cada alumno las escribió en una hoja individualmente para, posteriormente, en sus clases de informática, pasarlo a limpio en CANVA y poder imprimirlo.

La evaluación se realizó mediante observación directa, atendiendo especialmente a la participación activa, la contribución de ideas propias, la aceptación de las normas consensuadas, y la comprensión del sentido de cada regla. Los indicadores fueron muy positivos: se observó una mayor cohesión grupal, un clima colaborativo y un claro sentido de pertenencia. Fue un taller especialmente enriquecedor, donde los participantes se sintieron protagonistas y responsables de las normas que ellos mismos construyeron.

Por motivos legales, no puedo compartir fotografías de los participantes. Sin embargo, adjunto el PowerPoint utilizado durante la sesión, que recoge los apoyos visuales empleados para facilitar la comprensión y la participación de todos.

 

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TALLER 3: REDES CON CABEZA Y CORAZÓN

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TALLER 3: REDES CON CABEZA Y CORAZÓN

El pasado 24 de noviembre de 2025 tuve la oportunidad de impartir el tercer taller del proyecto Educación emocional y acompañamiento digital tras experiencias de bullying en jóvenes con discapacidad intelectual. Esta sesión, titulada «Redes con cabeza y corazón», fue especialmente enriquecedora y bonita porque trabajamos de forma muy vivencial la relación entre nuestras emociones y la manera en que usamos las redes sociales. Desde el inicio, el grupo mostró mucho interés y curiosidad. Comenzamos conociendo qué son las redes,…
El pasado 24 de noviembre de 2025 tuve la oportunidad de impartir el tercer taller del proyecto Educación emocional…

El pasado 24 de noviembre de 2025 tuve la oportunidad de impartir el tercer taller del proyecto Educación emocional y acompañamiento digital tras experiencias de bullying en jóvenes con discapacidad intelectual. Esta sesión, titulada «Redes con cabeza y corazón», fue especialmente enriquecedora y bonita porque trabajamos de forma muy vivencial la relación entre nuestras emociones y la manera en que usamos las redes sociales.

Desde el inicio, el grupo mostró mucho interés y curiosidad. Comenzamos conociendo qué son las redes, cómo funcionan y qué usos son correctos, con pequeños ejemplos de situaciones cotidianas en redes: comentarios impulsivos, fotos personales, reacciones emocionales… A partir de estos materiales, y con el apoyo de vídeos breves, pudimos hablar sobre qué mensajes transmitimos sin darnos cuenta y cómo pueden sentirse otras personas al verlos.

Lo más valioso fue el debate grupal que surgió: compartieron experiencias reales, identificaron riesgos frecuentes (como compartir información personal, reaccionar desde el enfado o aceptar a desconocidos) y reflexionaron sobre cómo influyen las redes en su bienestar emocional. Fue un momento muy auténtico, lleno de sinceridad y ganas de aprender.

Entre todos fuimos construyendo una lista de “buenas prácticas digitales”, centradas en el respeto, la empatía y la privacidad. Escuchar sus aportaciones fue inspirador: demostraron una gran capacidad para analizar situaciones y proponer alternativas más seguras y responsables.

La sesión terminó con una pequeña reflexión individual sobre cómo sentirse bien en internet cuidando también el espacio emocional de los demás. Me llevo la sensación de que el grupo avanzó muchísimo, no solo en conocimientos digitales, sino también en habilidades personales para relacionarse de forma sana en el entorno online.

Aunque no puedo compartir fotografías del taller por motivos de privacidad y protección de derechos, adjunto el PDF del material utilizado, para que pueda consultarlo cualquier persona interesada en el contenido trabajado.

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TALLER 2: PONERSE EN SU LUGAR

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TALLER 2: PONERSE EN SU LUGAR

Proyecto: Educación emocional y acompañamiento digital tras experiencias de bullying en jóvenes con discapacidad intelectual. El pasado lunes 17 de noviembre llevé…
Proyecto: Educación emocional y acompañamiento digital tras experiencias de bullying en jóvenes con discapacidad intelectual. El pasado lunes 17…

Proyecto: Educación emocional y acompañamiento digital tras experiencias de bullying en jóvenes con discapacidad intelectual.

El pasado lunes 17 de noviembre llevé a cabo el segundo taller de mi proyecto, una sesión dedicada al desarrollo de la empatía y a la expresión emocional a través de una dinámica de role playing. El taller forma parte de la propuesta “Educación emocional y acompañamiento digital tras experiencias de bullying en jóvenes con discapacidad intelectual”, y se fundamenta en el enfoque restaurativo, la dramatización y la reflexión guiada como vías para promover una comprensión más profunda de las emociones propias y ajenas.

La actividad se apoyó en la idea de que ponerse en el lugar del otro es una competencia emocional esencial, especialmente para jóvenes que han vivido situaciones de conflicto o exclusión; y el role playing permite recrear experiencias de manera segura y simbólica, facilitando la toma de conciencia, la empatía y la identificación de emociones, al tiempo que favorece el diálogo sobre alternativas de resolución cooperativa.

El objetivo general de la sesión fue favorecer la toma de conciencia emocional y la expresión de sentimientos asociados a experiencias pasadas. Mientras que los objetivos específicos se centraron en desarrollar la empatía e identificar emociones en los demás y comprender su origen.

Durante el análisis previo se observó que los participantes presentan dificultades para comprender emociones ajenas, así como para resolver conflictos sin ayuda externa. Por ello, diseñé una sesión vivencial que permitiera experimentar distintos puntos de vista y reflexionar sobre ellos. El taller fue conducido por mí, como psicopedagoga en prácticas, junto con la formadora del programa. Se desarrolló en el aula polivalente, utilizando tarjetas de roles, sillas para las dramatizaciones y una pizarra para recoger reflexiones, sensaciones y acuerdos finales. La sesión tuvo una duración aproximada de 60-75 minutos, en un clima seguro y acompañador.

DESARROLLO DEL TALLER

Comenzamos con una breve introducción a la dramatización, explicando que representaríamos pequeñas escenas relacionadas con situaciones reales: momentos de exclusión, conflictos cotidianos, actitudes de ayuda o reconciliación. A partir de tarjetas de rol, cada participante asumió un papel: la persona excluida, el observador pasivo, el compañero que ayuda, o incluso el que ejerce comportamientos de acoso.

La experiencia fue muy enriquecedora y emotiva. Todos los alumnos participaron con ganas, mostrando una implicación que superó mis expectativas. Muchos estaban visiblemente ilusionados por “actuar” y compartir sus sensaciones; sin embargo, la actividad también removió recuerdos y emociones profundas vinculadas a sus propias vivencias previas de bullying.
Algunos reconocieron haberse sentido incómodos cuando les tocó representar el rol del acosador. Precisamente ese malestar fue un punto clave para trabajar, ya que permitió abrir un espacio sincero para hablar sobre responsabilidad, empatía y reparación.

Después de cada escena realizamos un diálogo guiado, reflexionando sobre preguntas como: «¿Cómo crees que se sintió tu personaje?» «¿Qué podrías haber hecho diferente?» «¿Qué te hubiera gustado que hicieran por ti en una situación así?»

El grupo compartió emociones, experiencias y propuestas de mejora. Se generó un ambiente de escucha muy respetuoso, donde cada intervención era valorada y acompañada. Fue especialmente significativo observar cómo identificaban emociones en los demás y ofrecían soluciones cooperativas desde su propia vivencia personal. La sesión concluyó con una puesta en común en la que recogimos en la pizarra ideas sobre cómo actuar de manera más respetuosa y empática tanto en el aula como fuera de ella.

Por motivos de protección de datos, no puedo compartir fotografías del role playing ni de los participantes durante la dramatización. No obstante, sí puedo dejar una imagen de la tabla final de reflexión, que recoge las ideas clave con las que cerramos la sesión.

Ha sido un taller intenso, emotivo y profundamente valioso. Una muestra de cómo, cuando se ofrece un espacio seguro y acompañador, los jóvenes son capaces de expresar, comprender y transformar sus emociones con una madurez sorprendente.

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TALLER 1: MI HISTORIA CON LAS EMOCIONES

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TALLER 1: MI HISTORIA CON LAS EMOCIONES

El lunes 10 de noviembre tuve la oportunidad de llevar a cabo el primer taller del plan de intervención psicopedagógica “Educación emocional…
El lunes 10 de noviembre tuve la oportunidad de llevar a cabo el primer taller del plan de intervención…

El lunes 10 de noviembre tuve la oportunidad de llevar a cabo el primer taller del plan de intervención psicopedagógica “Educación emocional y acompañamiento digital tras experiencias de bullying en jóvenes con discapacidad intelectual”, dentro del programa de Itinerarios Formativos de la Fundación Asindown.

Fue una sesión muy especial, no solo porque marcó el inicio del proyecto, sino porque permitió crear un espacio de confianza y expresión emocional en el grupo, un lugar seguro donde cada participante pudo comenzar a hablar de lo que siente y de cómo las experiencias pasadas han dejado huella en su vida.

El propósito del taller

El objetivo central de esta primera sesión era reconocer y expresar emociones, especialmente aquellas vinculadas a experiencias de exclusión, conflicto o acoso vividas en el pasado.
La actividad buscaba abrir el diálogo emocional de manera sencilla y accesible, utilizando recursos visuales (pictogramas, tarjetas de emociones y música suave) que facilitaran la identificación y verbalización de sentimientos.

Antes de comenzar, recordamos las normas básicas del grupo: respeto, confidencialidad y escucha activa. Quise remarcar que no estábamos allí para juzgar lo que sentimos, sino para comprendernos mejor y aprender a cuidarnos emocionalmente.

El desarrollo de la actividad

Iniciamos la sesión con una breve dinámica de bienvenida para romper el hielo.
Después, mostré diferentes tarjetas de emociones, cada participante eligió una o varias tarjetas que representaban cómo se había sentido en su vida ante diferentes situaciones, y poco a poco fueron compartiendo sus experiencias personales.

Fue un momento muy potente.
Algunos hablaron de situaciones recientes, otros recordaron momentos de la escuela o de relaciones pasadas.
El tema del bullying volvió a aparecer con fuerza, no porque se buscara directamente, sino porque sigue siendo una herida presente en muchos de ellos. Varios participantes contaron con sinceridad cómo se habían sentido cuando se rieron de ellos, cuando fueron ignorados o cuando otros no entendían sus diferencias.

En lugar de centrar la conversación en el dolor, tratamos de reconstruir esas vivencias desde la empatía y la comprensión, reconociendo lo valientes que habían sido al compartir sus historias y valorando su capacidad de resiliencia.

A lo largo de la sesión, fui registrando observaciones y apoyando cada intervención con validaciones emocionales (“eso que sientes es normal”, “muchas personas se sienten así después de pasar por algo parecido”).
Este acompañamiento permitió que la conversación se mantuviera en un tono emocional profundo pero seguro, y que los participantes sintieran que sus experiencias tenían valor.

El mural emocional

Como cierre, creamos entre todos un mural colectivo titulado “Mi historia con las emociones”.
Cada persona pegó su tarjeta en el mural y escribió una palabra o frase que representara su emoción principal: “Me sentí solo, pero ahora estoy bien.” “Antes me daba miedo hablar, ahora puedo contarlo.” “Estoy orgulloso de mí.», etc.

El mural quedó lleno de color, pero sobre todo lleno de autenticidad. Más allá de lo visual, fue una forma de dejar constancia simbólica de que cada emoción tiene un lugar, que todas son válidas y que compartirlas nos ayuda a crecer.

Valoración de la sesión

La participación fue excelente: todos los miembros del grupo se implicaron, incluso aquellos que al principio mostraban cierta timidez. El ambiente fue de respeto y curiosidad. Hubo momentos de emoción, de risa y también de silencio, esos silencios que hablan por sí solos cuando alguien se atreve a poner palabras a lo que antes dolía en silencio.

Desde el punto de vista profesional, esta primera sesión me permitió observar con claridad las competencias emocionales iniciales del grupo —cómo identifican, nombran y comparten sus emociones—, además de reforzar la confianza entre los participantes y conmigo como figura de acompañamiento.

También fue evidente que el tema del bullying sigue siendo un eje transversal que atraviesa muchas de sus experiencias y que, por tanto, deberá seguir trabajándose en los próximos talleres, especialmente en los dedicados a la empatía, la convivencia y el uso responsable de redes sociales.

Reflexión personal

Salir del aula al final de la sesión fue hacerlo con la sensación de que algo importante había ocurrido.
Habíamos dado el primer paso hacia un proceso de reparación emocional y de crecimiento compartido.
Cada historia, cada emoción nombrada, cada gesto de escucha fue un pequeño avance hacia la comprensión y el autocuidado.

Creo profundamente que la educación emocional no consiste solo en enseñar a reconocer sentimientos, sino en ofrecer espacios donde puedan ser acogidos sin juicio y transformados en fortaleza.
Eso fue exactamente lo que vivimos este lunes.

A continuación, dejo una foto de los materiales que utilizamos durante la sesión.
Por respeto al grupo, no muestro el mural colectivo “Mi historia con las emociones”, ya que contiene reflexiones y frases personales que los participantes quisieron mantener en privado.

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R3. Plan de intervención: una mirada visual a la planificación y la evaluación

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R3. Plan de intervención: una mirada visual a la planificación y la evaluación

Tras el análisis de necesidades realizado en la Fundación Asindown, diseñé un plan de intervención psicopedagógicacentrado en la educación emocional y el…
Tras el análisis de necesidades realizado en la Fundación Asindown, diseñé un plan de intervención psicopedagógicacentrado en la educación…

Tras el análisis de necesidades realizado en la Fundación Asindown, diseñé un plan de intervención psicopedagógicacentrado en la educación emocional y el acompañamiento digital tras experiencias de bullying en jóvenes con discapacidad intelectual.

En esta entrada comparto una infografía resumen que muestra la estructura general del proyecto: sus fases, los talleres diseñados, los recursos implicados y los instrumentos de evaluación utilizados.

El objetivo es facilitar una comprensión global y rápida del plan, destacando cómo se articulan las distintas etapas del proceso (desde la detección de necesidades hasta la evaluación de resultados) y evidenciando el enfoque inclusivo, vivencial y restaurativo que guía toda la intervención.

La infografía representa:

  • Las fases del proceso psicopedagógico.

  • Los talleres principales que componen la intervención.

  • Los recursos humanos, materiales y digitales necesarios.

  • Los instrumentos de evaluación diseñados para valorar el impacto emocional, social y digital del plan.

Esta representación visual pretende reflejar que un buen diseño psicopedagógico combina estructura y flexibilidad, teoría y práctica, planificación y emoción.

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R3: Educación emocional y acompañamiento digital: una respuesta psicopedagógica al bullying en jóvenes con discapacidad intelectual

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R3: Educación emocional y acompañamiento digital: una respuesta psicopedagógica al bullying en jóvenes con discapacidad intelectual

En mi experiencia en el área de Itinerarios Formativos de la Fundación Asindown, he podido observar cómo muchos jóvenes con discapacidad intelectual arrastran huellas emocionales profundas derivadas del bullying y la exclusión vivida en etapas escolares anteriores. Estas experiencias, aunque ya pasadas, continúan influyendo en su autoestima, en la manera en que se relacionan con los demás y en su forma de desenvolverse en entornos digitales. Durante el análisis de necesidades realizado en el centro, surgieron con fuerza tres aspectos…
En mi experiencia en el área de Itinerarios Formativos de la Fundación Asindown, he podido observar cómo muchos jóvenes…

En mi experiencia en el área de Itinerarios Formativos de la Fundación Asindown, he podido observar cómo muchos jóvenes con discapacidad intelectual arrastran huellas emocionales profundas derivadas del bullying y la exclusión vivida en etapas escolares anteriores. Estas experiencias, aunque ya pasadas, continúan influyendo en su autoestima, en la manera en que se relacionan con los demás y en su forma de desenvolverse en entornos digitales.

Durante el análisis de necesidades realizado en el centro, surgieron con fuerza tres aspectos clave:

  1. Dificultades en la gestión emocional y en la comunicación afectiva.
  2. Baja autoestima y escasa confianza social, a menudo relacionadas con experiencias de rechazo.
  3. Uso poco crítico y, en ocasiones, inseguro de las redes sociales, donde se reproducen dinámicas de exposición y comparación.

Estas observaciones me llevaron a plantear una pregunta central: ¿Cómo podemos acompañar a estos jóvenes para que comprendan sus experiencias de acoso, reconstruyan su bienestar emocional y aprendan a relacionarse de forma segura y empática en el entorno digital?

Una propuesta de mejora: el plan de intervención psicopedagógica

A partir de esta reflexión, diseñé un plan de intervención psicopedagógica titulado “Educación emocional y acompañamiento digital tras experiencias de bullying en jóvenes con discapacidad intelectual”.

El objetivo general es favorecer el bienestar emocional y social de los jóvenes, integrando la educación emocional con el aprendizaje de un uso responsable y consciente de las redes sociales. El plan propone una serie de talleres vivenciales que permiten reconocer emociones, desarrollar empatía, fortalecer la autoestima y aprender a convivir tanto en el aula como en los espacios digitales.

Ejes principales del plan:

  • Reconocimiento emocional: ayudar a los jóvenes a identificar y expresar lo que sienten, entendiendo que todas las emociones son válidas y forman parte del proceso de crecimiento.
  • Empatía y convivencia positiva: fomentar el respeto, la cooperación y la comprensión del otro a través de dinámicas grupales y role playing.
  • Alfabetización digital emocional: reflexionar sobre el impacto de las redes sociales en el bienestar y aprender estrategias para comunicarse con respeto y seguridad.
  • Autonomía personal y social: potenciar la toma de decisiones, la responsabilidad y la capacidad de pedir ayuda cuando se necesita.

Un proceso colaborativo y restaurativo

La propuesta ha sido validada por la tutora de prácticas de la Fundación Asindown y se enmarca en su modelo de atención centrado en la persona. Además, responde a un enfoque restaurativo y de acompañamiento emocional, que busca transformar las heridas del bullying en oportunidades de aprendizaje, comprensión y crecimiento.

El papel del/la psicopedagogo/a en este contexto no se limita a intervenir, sino que implica crear espacios de escucha, seguridad y reconstrucción emocional, donde cada joven pueda encontrar sentido a su experiencia y confianza en su propio potencial.

Hacia una mejora real y sostenible

Este plan no pretende ser una solución aislada, sino un paso hacia la construcción de entornos educativos más humanos, digitales y emocionalmente conscientes. Trabajar la educación emocional junto con el acompañamiento digital permite prevenir nuevas formas de exclusión, fortalecer la autoestima y avanzar hacia una inclusión auténtica y sostenible.

En definitiva, esta experiencia demuestra que la psicopedagogía puede ser un puente entre la reparación emocional y la inclusión social, ofreciendo herramientas para que cada persona, más allá de su discapacidad, pueda decir con orgullo: “Estoy aprendiendo a cuidar de mí y de los demás, también en el mundo digital.”

 

 

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R2. DETECCIÓN Y ANÁLISIS DE NECESIDADES DEL CENTRO

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R2. DETECCIÓN Y ANÁLISIS DE NECESIDADES DEL CENTRO

Durante estas primeras semanas de prácticas he tenido la oportunidad de conocer de cerca el funcionamiento de la Fundación Asindown, una entidad de referencia en la Comunidad Valenciana que trabaja desde hace más de tres décadas por la inclusión plena de las personas con síndrome de Down y discapacidad intelectual. Mi experiencia se desarrolla en el área de Itinerarios Formativos, cuyo propósito es facilitar el tránsito a la vida adulta y laboral de jóvenes y adultos mediante programas personalizados de…
Durante estas primeras semanas de prácticas he tenido la oportunidad de conocer de cerca el funcionamiento de la Fundación…

Durante estas primeras semanas de prácticas he tenido la oportunidad de conocer de cerca el funcionamiento de la Fundación Asindown, una entidad de referencia en la Comunidad Valenciana que trabaja desde hace más de tres décadas por la inclusión plena de las personas con síndrome de Down y discapacidad intelectual.

Mi experiencia se desarrolla en el área de Itinerarios Formativos, cuyo propósito es facilitar el tránsito a la vida adulta y laboral de jóvenes y adultos mediante programas personalizados de formación, entrenamiento en competencias laborales y desarrollo de la autonomía. En el marco del Prácticum de Intervención Psicopedagógica, uno de los principales retos consiste en detectar y analizar las necesidades reales del contexto profesional donde se realiza la estancia. Esta fase inicial constituye la base sobre la cual se diseñará posteriormente el proyecto de intervención. Con este propósito, he elaborado un trabajo de análisis que parte de tres acciones complementarias:

  • Entrevistas semiestructuradas a dos formadoras del área de Itinerarios Formativos.
  • Observación participante durante las sesiones formativas.
  • Análisis documental de materiales y programas internos de la fundación.

A partir de esta triangulación de información, he podido identificar necesidades significativas en el ámbito socioemocional, la autonomía personal, la colaboración familiar y el uso de recursos accesibles.

Asimismo, se ha elaborado un análisis DAFO que permite sintetizar las fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas del programa, ofreciendo una visión integral del contexto.

El PowerPoint que comparto a continuación resume todo el proceso de trabajo desarrollado hasta el momento:

  • La contextualización del centro y su misión educativa.
  • La fundamentación teórica y normativa que sustenta la intervención psicopedagógica.
  • La metodología empleada para la detección de necesidades.
  • Los principales hallazgos derivados de las entrevistas, la observación y el análisis documental.
  • El DAFO del área de Itinerarios Formativos, que integra los factores internos y externos del contexto.
  • Las conclusiones y una propuesta de intervención futura, centrada en la educación emocional, la autonomía personal y la implicación familiar como ejes de mejora.

Todo este proceso me ha permitido comprender en profundidad la complejidad de la intervención psicopedagógica en contextos reales, así como la importancia de partir siempre de una mirada contextual, participativa y basada en evidencias. Detectar necesidades no es solo una tarea técnica, sino una práctica reflexiva que implica escuchar, observar y comprender las múltiples dimensiones del entorno educativo. Comparto este PowerPoint con el objetivo de que mis compañeros puedan conocer el recorrido que he realizado hasta ahora, los aprendizajes adquiridos y las líneas de mejora que he identificado en la Fundación Asindown. Espero que sirva como ejemplo y punto de partida para seguir dialogando sobre cómo la psicopedagogía puede contribuir a construir entornos más inclusivos, humanos y transformadores.

A continuación, podéis visualizar la presentación completa:FUNDACIÓN ASINDOWN

Debate0en R2. DETECCIÓN Y ANÁLISIS DE NECESIDADES DEL CENTRO

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